El turismo fecha su recuperación en 2025. Digitalización e innovación, claves.
La recuperación del turismo nacional podría llegar en 2024. El turismo internacional podría alcanzar los niveles pre-pandemia un año después.
Las fuertes restricciones a la movilidad y una gestión ineficiente de la reactivación y adaptación del sector turístico al nuevo contexto podría provocar la pérdida de más de 250.000 millones de euros y 4,4 millones de empleo hasta 2024.
Así se expone en el informe sobre turismo en España desarrollado por la consultora McKinsey. Unas previsiones que contrastan con la realidad del sector tan solo dos años antes, en 2019, cuando tres de los cinco destinos europeos más visitados eran españoles y el turismo nacional tenía un valor de más de 168.000 millones de euros (14,3% del PIB).
Ante estas previsiones, la consultora fecha la recuperación en 2024 para el turismo nacional, y en 2025 para el turismo internacional. Aunque dicha recuperación puede ser más o menos rápida, dependiendo de la categoría de negocio.
Así, el turismo MICE (congresos, convenciones, eventos, ferias y viajes de incentivo), los viajes en grupo, los cruceros, los viajes de negocios individuales y los segmentos urbanos – los cuales representan el grueso del PIB del turismo español- serán los más afectados por la pandemia y necesitarán más tiempo para recuperarse. O incluso, podrían no recuperar totalmente los niveles pre-pandemia en el futuro previsible, explican.
Para impulsar la recuperación, estos últimos deberán reimaginar por completo sus modelos de negocio, según lo recomendado por los autores del estudio. En el lado opuesto, el turismo de segunda residencia, el ecoturismo y el turismo religioso, deportivo y cultural, que se verán menos afectados y se recuperarán más rápido.
Digitalización e innovación
Para caminar hacia la recuperación, desde la consultora también recomiendan avanzar en la eficiencia de sus operaciones. No solo mediante la implementación de transformaciones de costes más ‘tradicionales’, sino prestando más atención a la productividad y la competitividad.
“La crisis de la COVID-19 ha obligado a muchos viajeros a explorar destinos alternativos y, como resultado, la competencia podría aumentar. Las empresas de turismo tendrán que volverse más ágiles para ser capaces de reaccionar de manera más rápida a los cambios en la demanda e innovar en la forma en la que interactúan con los clientes”, ha explicado Javier Caballero, coautor del estudio y socio de McKinsey.
En este sentido, apunta a que la digitalización será una de las palancas clave que ayudarán en la recuperación del sector.
“Las empresas podrían equiparse con infraestructura tecnológica y de sistemas para beneficiarse de técnicas de analítica avanzada y digitalización de procesos para rastrear y pronosticar el comportamiento y las preferencias de los viajeros a un nivel más granular, detectando y prediciendo microburbujas de demanda y tendencias nuevas. Por ejemplo, a medida que se vuelven más comunes los contratos que permiten ‘trabajar desde cualquier parte’, las empresas turísticas españolas podrán ofrecer algunos destinos como lugares atractivos para trabajar a distancia”, expone.
Se suma la innovación, y la posibilidad de trabajar con empresas de otros sectores para identificar nuevos segmentos de turismo con demandas particulares y crear productos que les atiendan. Lo que permitirá abrir nuevas fuentes de ingresos y transformar segmentos vulnerables del turismo, como los eventos MICE y los viajes de negocio, concluyen.