Reforma laboral, freno al consumo

La reforma del mercado de trabajo ha supuesto un punto de inflexión en la percepción de la opinión pública sobre la evolución del nivel de vida. Tintes pesimistas, que afectan al consumo. La valoración sobre el momento para realizar grandes compras se mantiene estable, es decir, continúa en una de sus tasas más bajas (-46). Así se desprende del informe “Índice de Comportamiento del Consumidor “, de Millward Brown, que muestra una leve mejora, un pequeño rebote, dentro de la tendencia descendente que impera desde el pasado mes de julio.

Lo que más baja es la previsión de la situación económica en el hogar (-9,6). Los niveles entre los que piensan que la ingresos van a descender (34,4%) y los que creen que se mantendrán (38,3%), prácticamente se han igualado. Según la consultora se puede afirmar que “la crisis ha entrado en otra fase”.

Esta sensación ha sacudido a todos los estatus sociales, especialmente a las clases altas. Si en diciembre, sólo el 21% de este colectivo estimaba que sus ingresos podían bajar, en febrero el porcentaje ha subido hasta el 61%. Por edades, el impacto se concentra entre los 35 y 55 años. En estos grupos, más del 40% piensa que sus economías domésticas se van a ver recortadas en los próximos meses.

El empleo es otra de las grandes preocupaciones de los españoles. El 15,4% de los trabajadores piensa que puede perder su puesto en los seis meses siguientes. Este indicador no había pasado del 10% nunca. Más de un cuarto (26,9%) contempla la posibilidad de quedarse en el paro. Más de la mitad afirma que crecerá y sólo el 23,6% confía en su descenso.

No obstante, los gastos en el hogar se han mantenido estables entre enero y febrero, con tendencia creciente al control del gasto. La percepción general es que es la ocasión para adquirir una bolsa de 22 productos y servicios, siendo la primera vez, desde 2009, en que este indicador no desciende.

A la luz de estos resultados, las conclusiones del estudio revelan que los consumidores van a mantenerse cautos. Seguridad y liquidez serán sus prioridades. Los efectos en el consumo son previsibles: más control sobre los gastos, mantenimiento del precio como variable en las decisiones de compra, búsqueda de oportunidades, etc.