Recuperar los valores

Sí, justo ocho meses antes, marzo 1974, se había publicado el primer número de la Revista Eroski. Habían nacido las organizaciones de consumidores en varios países europeos. Lanzaban campañas dirigidas a garantizar la salud y seguridad de los ciudadanos. Las denuncias de los consumidores señalaban fraudes económicos de los fabricantes en los productos.

Comenzaban a realizarse los primeros análisis comparativos de productos y servicios. Se publicaban leyes y normativas relativas a la información obligatoria en los productos, la publicidad, créditos al consumo, forfaits de viaje,…

Era la época en la que el compromiso de la cultura en la trasformación social era diaria. Los programas de las “semanas culturales” que se organizaban en los pueblos, incluían temas de arte, pedagogía, folklore, canción de autor, cineforum,.. Habia nacido un nuevo modelo de periódico, cercano, independiente, El País. Cinco años antes, el hombre había llegado a la luna. Muchos eran los que atravesaban la frontera para ver el Ultimo Tango en Paris. Sentados ante nuestros televisores, veíamos el Hombre y la Tierra, la Casa de la Pradera o Heidi. Se acababa de lanzar las maquinillas de afeitar desechables y ya teníamos calculadoras multifuncionales.

El dictador iba a morir un año más tarde y vivíamos una huelga tras de otra. Tres años después regresaría La Pasionaria, moriría Elvis Presley. Eroski había inaugurado su nueva sede social en Elorrio y un nuevo almacén cuyo objetivo mejorar la eficiencia y servicio, asi como contribuir a incorporar automatismos en los puntos de venta. Toda la puesta de pedido se venía haciendo con un catálogo y un “mapa” que estaba en la memoria de persona del almacén. Los productos iban del hueco de picking al suelo, donde se recogían en los carros de pedido. Los tambores de detergente ya comenzaban a recibirse paletizados.

Eroski lanzaba ya su primera referencia de la “marca blanca”. En su memoria de 1972 vaticinaba que “ irreversiblemente la distribución futura se encontrará en manos de grandes empresas con cifras fabulosas” y ya afirmaba que la única posibilidad de futuro para el consumidor es que sea consciente de su poder de compra y lo utilice.

En estos 35 años hemos pasado de la implantación de la tecnología del autoservicio y la extensión de los hipermercados a la generalización del supermercado y los formatos especialistas. Si en las décadas de los setenta y ochenta se propugnaba el consumo racional de los consumidores, en el final del siglo pasado se adoptó la personalización, el placer y el marketing vivencial para acercarse a los valores y el comportamiento del consumidor.

Hoy los cazadores de tendencias, para nuestra sorpresa, nos hablan del aumento de la nostalgia, el culto a la persona y el respeto al medio ambiente, la diversidad social, los padres y los profesores. Cómo afectarán estas tendencias al acto de la compra, un acto profundamente humano. ¿?

(En noviembre de 1974, José Mª Larramendi, después de estudiar filosofía y antropología en Paris X (Nanterre), vivía la etapa final en la dirección de la Escuela de Arte de Deba donde había colaborado en la puesta en marcha de los talleres de creación artística con la participación de notables escultores y pintores del País Vasco como Jorge Oteiza, Nestor Basterreche o Agustín Ibarrola)