La distribución alimentaria en España: 20 años que han sentado las bases del futuro

Artículo de Ignacio García, director general de ASEDAS (Asociación España de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados), con motivo del 50 Aniversario de D/A Retail.

La distribución alimentaria en España se caracteriza por contar con un mayor equilibrio entre formatos que otros países de nuestro entorno, una gran variedad de empresas –internacionales, nacionales, regionales, franquicias, cooperativas, familiares…- y una alta capilaridad –un establecimiento de distribución alimentaria organizada por cada 1.887 habitantes-.

Todo ello conforma un modelo muy competitivo en el que el consumidor tiene la capacidad de elegir entre varias opciones y de hacerlo, además, en viva donde viva. Reflexionar sobre el hecho de que cualquier consumidor con solo cruzar la calle tiene varias opciones donde hacer una compra de alimentación adaptada a sus necesidades es interesante porque no es fruto de la casualidad.

Uno de los modelos más eficientes de Europa

En las últimas décadas, la distribución alimentaria en España ha sabido evolucionar hacia un modelo que se erige como uno de los más eficientes de Europa y que se ha convertido en uno de los grandes sectores tractores de la economía por su capacidad para crear riqueza, vertebración territorial y empleo. Todo ello ha sido posible gracias a una configuración empresarial que se ha dotado de una organización financiera adecuada, cuidar la atención y el servicio al cliente, optimizar la logística y contar con una fuerza de trabajo extensa, segura y motivada. Además, contamos con dos elementos fundamentales: las centrales de compra –que permiten a los más pequeños competir en surtido y en precio- y la distribución mayorista –que dota a estas mismas cadenas de la estructura logística necesaria para abastecerse de dicho surtido-. Ambos son fundamentales para dar soporte a cientos de pequeñas empresas de supermercados y autoservicios. 

Esta estructura de la distribución alimentaria permite que, en España, a pesar de ser uno de los grandes países de Europa con amplias zonas rurales, no se dé el fenómeno de los “desiertos alimentarios”. Se calcula que la gran mayoría de la población tiene a apenas 15 minutos de sus casas una tienda donde realizar una compra de alimentación completa. Y estas tiendas se definen por la variedad: desde pequeños autoservicios de 200 o 250 metros cuadrados a supermercados más grandes situados en municipios que son cabeza de comarca. Todo ello hace que la oferta de alimentación en las zonas rurales no sea diferente de la que se puede encontrar en las ciudades y en sus periferias. 

La eficiencia y esencialidad de la distribución alimentaria quedó demostrada durante la crisis sanitaria de la Covid-19. El confinamiento en pueblos y ciudades solo fue posible por la seguridad de que la gran mayoría de la población tenía muy cerca una tienda donde realizar una compra completa, tanto de alimentos frescos y procesados como de productos de higiene personal y del hogar. La tranquilidad de que, en ningún rincón de España, faltarían productos esenciales de alimentación e higiene facilitó sobremanera la difícil tarea de proteger la salud de todos los ciudadanos. 

Capacidad de respuesta

Pero éste no ha sido el único hito que hemos vivido en los últimos años en el que la distribución ha demostrado su capacidad de respuesta a los retos que le ha demandado la sociedad. Si nos remontamos a la crisis financiera del año 2008 y la consecuente crisis de consumo, la distribución alimentaria supo adaptar sus estructuras y su oferta a las necesidades de muchas familias que vieron reducida su capacidad de compra, en lo que supuso un ajuste histórico y un ejemplo de adaptación al servicio del consumidor. Viajando de nuevo en el tiempo, la más reciente crisis energética y de materias primas motivada, entre otras cosas, por la guerra de Ucrania, ha supuesto un nuevo desafío en el que la distribución -como el eslabón de la cadena más cercano al consumidor- ha ejercido de dique de contención para que los altos precios de los alimentos subieran lo menos posible y lo más tarde posible. También es preciso mencionar el comportamiento ejemplar, eficiente y centrado en el servicio de las empresas de distribución alimentaria en desastres naturales como el del volcán de La Palma o, el más reciente, de las riadas de Valencia y Castilla-La Mancha.

“Tenemos en España una estructura de distribución de alimentación que nos ha permitido hacer frente a crisis de distinta índole y que se focaliza en responder a las necesidades del consumidor y en acompañar la evolución social”

Así pues, tenemos en España una estructura de distribución de alimentación que nos ha permitido hacer frente a crisis de distinta índole y que se focaliza en responder a las necesidades del consumidor y en acompañar la evolución social con la implementación de nuevas propuestas como puede ser el desarrollo de tiendas de conveniencia, servicios específicos en zonas rurales o surtido adaptado a la demanda en función de las zonas, entre otros muchos. 

Por todo ello, el modelo de distribución alimentaria español merece ser tomado en una mayor consideración. Bajo esta realidad se sitúan el resto de los desafíos que tenemos por delante. La necesidad de elevar la consideración social, economía y política de la distribución alimentaria al lugar que le corresponde por su contribución al empleo, al crecimiento y a la innovación es urgente porque, además, el sector es palanca de cambio para muchos de los retos que compartimos como sociedad.

La economía circular, la digitalización y la formación y captación de talento agrupan, de manera general, las tareas que hemos de consumar en los próximos años, al tiempo que protegemos y mejoramos la esencia de nuestro modelo de distribución. Para que estos procesos de cambios sean reales y no corran el riesgo de quedarse en un mero cumplimiento normativo, necesitamos ser escuchados como sector y contar con leyes que nos aporten seguridad jurídica, seguridad técnica y limiten con una fiscalidad racional los costes ya muy altos que las empresas van a tener que asumir. En definitiva, las bases para llevar a cabo estas transiciones son sólidas, se han construido a lo largo de los cuatro últimos lustros y nos permiten mirar al futuro con confianza si el entorno económico-jurídico nos es favorable.

«Necesitamos ser escuchados como sector y contar con leyes que nos aporten seguridad jurídica, seguridad técnica y limiten con una fiscalidad racional los costes ya muy altos que las empresas van a tener que asumir».

En la construcción tanto de este pasado como de este futuro ha sido y serán muy importantes los medios de comunicación especializados que, año tras año, han narrado la evolución del sector del gran consumo y su aportación a la sociedad y a la economía. D/A Retail es uno de ellos, uno de los que más pronto comprendió la importancia de los supermercados y de la distribución mayorista como merecedores de atención periodística, singularmente en la recordada figura de Alicia Davara y en el estupendo equipo que ha recogido el testigo. Por eso, es pertinente enviar un mensaje de agradecimiento, de felicitación por el 50 aniversario de la publicación y el deseo de muchos éxitos para el futuro.

Artículo de Ignacio García, director general de ASEDAS (Asociación España de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados).