Cuarenta años de innovación constante
El hipermercado cumple cuarenta años en España con el mismo espíritu que le vio nacer: la innovación permanente al servicio de los consumidores. Ningún otro formato comercial ofrece mayor libertad para el cliente, una variedad de productos más amplia y unos precios, para el conjunto del surtido, tan inmensamente atractivos. Estos tres pilares que, en la situación actual, son más necesarios que nunca para responder a la realidad de los hogares y contribuir a la recuperación del consumo.
La vocación de liderazgo ha sido otra constante del hipermercado. Desde su desembarco en España contribuyó a democratizar el consumo y a enriquecer una oferta de productos de gran consumo y, específicamente, de alimentación hasta entonces muy reducida. El híper favoreció el acceso a cientos de productos con unos estándares de calidad y precio desconocidos por los hogares españoles. Esto le permitió crecer con fuerza y adquirir una dimensión y cuota considerable en un mercado en el que todavía no proliferaban otros formatos como los supermercados.
A partir de los ochenta, el hipermercado imprimió otra velocidad al mercado de gran consumo en España con la introducción de las marcas del distribuidor, conocidas entonces como marcas blancas. Su incorporación no sólo enriqueció la oferta para los consumidores, sino que ayudó al híper a ganar competitividad adicional en precios, hasta ser prácticamente imbatible.
Los noventa, por su parte, traerían consigo cambios imprescindibles en el modelo de gestión. Los operadores europeos estaban por entonces muy retrasados respecto a Estados Unidos en cuanto a procesos logísticos e informáticos. Un retraso que repercutía de forma muy negativa en la productividad del formato. Conscientes de este problema, los hipermercados comenzaron a aplicar criterios de racionalidad en la logística y los procesos para ser más eficientes. Cambios que ha transformado radicalmente la distribución. De hecho, gracias a este nuevo impulso dado por los hipermercados en los noventa, España cuenta hoy con alumnos avanzados como Zara y Mercadona. Ambas compañías han creado un modelo de éxito que, inevitablemente, se traduce en una mejora de la oferta y los precios para los consumidores, especialmente basado en la eficiencia de sus sistemas de información y logística.
No hay que olvidar tampoco que el hipermercado ha sido un tractor para el desarrollo de grandes centros comerciales y superficies medianas. Un trampolín para las grandes empresas de restauración organizada, las del textil, las franquicias o los categorykillerdel hogar, el bricolaje, la electrónica y el ocio. Todos ellos han vivido una transformación formidable en los últimos años y, en su conjunto, han contribuido al desarrollo de la distribución moderna, con ingentes inversiones y miles de puestos de trabajocreados.
Pero este enorme esfuerzo de adaptación no es suficiente a día de hoy. Como cualquier otra industria, el hipermercado debe ser capaz de adaptarse al momento actual y dar respuesta a sus clientes.
Hoy el híper está mejor preparado que cualquier otro formato para desarrollar el modelo drive y complementar al e-commerce en su crecimiento. Además, tiene que trabajar para mejorar todavía más por la vía del precio, y no solo a través de la marca del distribuidor, sino también de las marcas del fabricante. La distribución debe trabajar conjuntamente con la industria para introducir productos diferentes e innovadores para públicos específicos a través de canales y formatos también distintos. En este sentido, el hipermercado sigue siendo la principal puerta de entrada al mercado de los nuevos lanzamientos, su banco de pruebas y su plataforma de consolidación. Por otro lado, la fórmula híper no debe olvidar nunca la excelencia en la alimentación fresca. El hipermercado debe continuar trabajando por la excelencia de los productos frescos hasta alcanzar la “máxima” de frescura, calidad y precio para los clientes.
Todos estos beneficios aportados por el hipermercado se han visto drásticamente mermados por la peculiaridad de la legislación española. El gran establecimiento comercial sigue sujeto a una hiperregulación fragmentada por multitud de Administraciones, innecesaria y discriminatoria. Las restricciones sobre horarios, las rígidas condiciones para la instalación de nuevos centros o la proliferación de impuestos a grandes superficies penalizan enormemente los aspectos más competitivos del hipermercado. De hecho, eso explica en parte que la cuota de mercado de la distribución moderna en España (68%) sea muy inferior a la del resto de países de Europa, incluso a la de mercados más próximos como Italia y Portugal, según datos de KantarWorldpanel.
Como han reconocido el FMI, la OCDE o la Comisión Nacional de la Competencia, esta regulación restrictiva perjudica fundamentalmente a los consumidores, que ven reducida su libertad de elección y pagan mayores precios que en un mercado libre y competitivo.
Pese a todo, el hipermercado ha logrado salir adelante. Y lo ha hecho gracias a propuestas innovadoras que seducen a los consumidores. Ha sido una aventura maravillosa participar de esta profunda transformación de la distribución moderna en España. Una aventura que no hubiera sido posible sin todos aquellos profesionales con los que he tenido la oportunidad de trabajar, innovar y progresar.