Así que pasen 40 años
Disrupción en 1974, disrupción en 2014. Cuatro décadas de modernización comercial dan paso a una nueva era.
Fin de una época iniciada con la llegada a España de la compañía francesa Carrefour y con ella el primer hipermercado. Una innovadora forma de venta que cambiaría las reglas del juego en la gestión de las empresas de distribución, incluidas las formas de comprar y de vender.
Llega el hipermercado. Un formato “todo bajo el mismo techo” con precios y márgenes reducidos y venta en autoservicio que crecería en paralelo a la incipiente nueva sociedad. En poco tiempo, democracia, incorporación de la mujer al trabajo fuera del hogar, descenso acusado de la natalidad, crecimiento del PIB, nuevas demandas.
Un repaso ligero a la sociedad española permiterealizar una radiografía que en estas cuatro décadas DA RETAIL-DISTRIBUCIÓN ACTUALIDAD ha ido diseñando, en paralelo a los cambios que en poco tiempo darían un vuelco en hábitos de vida y costumbres de un país hambriento de modernización.
En 1974, El Corte Inglés, con 19.000 empleados y 65.000 millones de pts – 390 millones de euros- ocupaba el quinto puesto entre las empresas españolas según plantilla. Detrás de Renfe, Telefónica, Seat y Hunosa. Los hogares españoles dedicaban más de un tercio del salario a alimentación, que repartían entre dos centenares de supermercados y más de cien mil comercios tradicionales. Mientras los primeros hipermercados intentaban superar la polémica creada desde su llegada, el estadounidense Wal-Mart, estaba a punto de situarse como líder del retail en el mundo, con ventas de 236 millones de dólares y un centenar de tiendas.
Escasa modernidad, frente a las más de cien mil tiendas tradicionales. El aceite, azúcar o el café intervenido, los sindicatos verticales, la censura, los lunes sin prensa, la mujer, con muchos hijos y en casa. Solo un soplo, desde tres décadas antes, suponía El Corte Inglés, donde todo podía encontrarse bajo el mismo techo y en secciones. Paradigma del gran comercio español en pugna fuerte con el entonces también líder Galerías Preciados. Y estaban también, los almacenes populares, Simago, Sepu o Jorba, que desde los felices veinte, se convirtieran en España en simple imitación americana de un inexistente consumo masivo. Y las cooperativas, Gruma, Covirán o Eroski, impulsando tiempo atrás la modernidad comercial.
TAL COMO ERAMOS |
Envejecimiento de la población. Los mayores de 65 años eran un 10% del total en los años setenta, un 17 % en la actualidad.
La esperanza de vida en 1970 era de 69,01 años para los varones y 74,58 años para las mujeres. En 1974, un 13,2 % de los hogares no contaban con agua corriente y solo en el 57,2 % de las viviendas había instalación de baño o ducha. Un 63,8% de las familias españolas eran propietarias de sus viviendas en 1975. Un 84,6%. en la actualidad. El porcentaje de familias que viven en alquiler ha pasado del 28,8% de 1975, al 9,5% en la actualidad. Un 17,5% de los hogares españoles tienen una vivienda secundaria, frente al 7,4 % de 1975. El gasto por hogar en alimentación ha pasado del 30,9 % en 1974, al 22,4 % en 2008. El gasto en comunicaciones, con la generalización del teléfono y la fuerte irrupción de los teléfonos móviles, ha aumentado un 510,5% desde 1974. Los gastos en bienes y servicios de ocio y cultura han aumentado un 100,7%. El número de mujeres trabajadoras se ha duplicado (del 28,1 % en 1975 al 48,3 % hoy). La población activa en el sector servicios ha pasado del 43 % al 63,2 %. Por el contrario, sólo se dedican al sector agrario el 5,7% de los ocupados, frente al casi 20% de 1978. En 1955 se matricularon en España 68.000 automóviles, y 719.000 en 1973. En la actualidad, superan los dos millones anuales. El 33,5% de los hogares disponían de automóvil en 1975, un 80 % en la actualidad. |
NUEVOS MÉTODOS
Mismo año que el primer Carrefour, llegaba a España Makro, el autoservicio mayorista de origen alemán también con revolucionaria fórmula de venta para los mayoristas. Cash &Carry, compra en autoservicio y pago al contado junto a portear lo adquirido a disposición de los empresarios comerciales. Un año después nacía UDA (Unión Detallistas de Alimentación) y el Iresco, el Instituto para la Reforma de las Estructuras Comerciales que moriría con la posterior transición. Los líderes de la distribución en Francia, Royer-polémico ministro de comercio- y Leclerc, el más inquieto comerciante, visitaban España en 1975, año de la muerte del dictador e inicio de una nueva era democrática recibida por la gran mayoría de españoles con entusiasmo.
A partir de aquí es casi imposible enumerar todos los cambios de la siguiente década, en un país necesitado de sentirse europeo. Recordamos para los más jóvenes, o los desmemoriados, todo aquello que comenzó a desarrollarse a partir de este momento. Con el hipermercado, la compra esporádica. Con él, y el aumento del parque de automóviles, los formatos de periferia en gran superficie o los modernos establecimientos de distribución organizada. Los multicentros y los centros comerciales, a partir de 1980 y en Barcelona Baricentro, poco antes de la discutida y popular “Vaguada” en Madrid. Llegan los nuevos especialistas, las boutiques del pan y las boutiques del caramelo, las tiendas libres de impuestos, las calles peatonales, el urbanismo comercial y el capital extranjero. Los nuevos consumidores, los movimientos consumeristas y el Instituto Nacional del Consumo, la adulteración de la colza, el Defensor del Pueblo y el código alimentario, las comunidades autónomas, las 17 leyes comerciales, el programa de reforma de las estructuras comerciales, los productos del distribuidor acogidos con el popular nombre de Marcas Blancas, tal como eran sus envases, blancos sin apenas diseño.
Los hogares se renuevan. Surge la comida preparada y los precocinados congelados, el pequeño electrodoméstico y el papel hogar, el envase de vidrio, el vino en cartón y los refrescos en lata, las denominaciones de origen y el reciclado del vidrio, los derivados lácteos, el pan integral, los copos de maíz y las hamburguesas; los productos “sin”, ligth o bajos en calorías, el tabaco sin nicotina, la leche descremada y el café molido.
Con la transición, llegan los partidos políticos, la Constitución, las campañas electorales, los mítines y los pactos de la Moncloa; la Ceoe, la Cepyme, los convenios colectivos, los debates parlamentarios y el PIB, los presupuestos generales y las relaciones con Europa. También los nuevos restauradores, las comidas de negocio, los desayunos de trabajo, la nueva cocina, El País, Diario 16 y la prensa de color salmón; el whisky, los pubs, el bingo, los casinos, las tragaperras, los ayuntamientos democráticos, los impuestos municipales, el IBI y la ORA, las Comunidades Autónomas, los pactos nacionalistas y la entrada en Europa, la ley de divorcio, el aborto, el libro rojo del cole, la Lode, la Logse y la Concapa. Los nuevos ejecutivos,
Adolfo Domínguez y los diseñadores, el ocio, el bricolaje, la zapatería deportiva, la televisión en color, el video y los primeros ordenadores.
Con todo ello, un vuelco en la estructura comercial. Pérdida de cuota en las pequeñas tiendas tradicionales a favor del hipermercado, que llegaría a alcanzar un tercio de todo el detallismo de gran consumo antes del nuevo milenio. Y una organización comercial estructurada y organizada en la que el nuevo supermercado, grande y moderno, comienza a postularse como el rey del comercio de proximidad, en competencia con los más jóvenes discounters. Todo ello antes del fin de siglo.