El futuro se llama competitividad

El futuro pasa, indefectiblemente, por la mejora de competitividad de nuestras empresas, porque sólo así seremos capaces de seguir contando con el favor de los millones de consumidores que a diario pasan por nuestros establecimientos.

El sector de la gran distribución es relativamente nuevo, con sólo algunas décadas a sus espaldas, en las que ha demostrado ser capaz de ajustarse al ritmo de los tiempos y a las necesidades, cada vez más complejas, de los consumidores. Hemos estado en el sitio que nos pedían los clientes, ampliando permanentemente la oferta de productos y servicios, cuidando al máximo la calidad y el precio.

En adelante, debemos seguir caminando en esa misma dirección a través de mejoras en la eficiencia empresarial que nos permitan seguir atendiendo a los consumidores: debemos saber leer sus demandas con antelación porque si no, otros lo harán por nosotros.

Las recetas para ganar el futuro son idénticas a las que requiere el conjunto de la economía, cuyo punto más débil está en la competitividad. Pongámonos todos –empresarios, trabajadores, gobierno…- a esa tarea porque sólo mejorando la eficiencia de nuestras empresas y creando valor seremos capaces de volver a una senda de crecimiento sostenido y sostenible.

En el sector de la distribución, el reto es idéntico, si bien nuestro problema más grave es el excesivo e injustificado intervencionismo que sufre la actividad empresarial. Aunque resulte difícil de explicar en los actuales momentos, es el marco normativo, y no la crisis económica, el que frena los procesos de inversión y la creación de empleo de nuestras empresas. Y no solo frena la inversión y la creación de empleo, sino también la modernización y la innovación del sector, limitando la capacidad de gestión de las empresas e impidiendo que nuestro sector sea más eficiente en la satisfacción de las demandas que plantean los consumidores.

Es crucial también que trabajemos muy estrechamente con la industria, para poder seguir ofreciendo el más amplio surtido de marcas y productos de modo que el cliente pueda elegir en todo momento cómo llenar su cesta de la compra. Nuestros formatos son, en este sentido, la mejor plataforma para la industria, porque le permiten dar salida a todos sus nuevos desarrollos.

Y todo ello siguiendo muy de cerca los cambios en los hábitos de los consumidores. En los últimos 20 años, los cambios sociales habidos en España nos han obligado a rediseñar permanentemente nuestra oferta y ahora, más recientemente, la crisis ha modificado los patrones de compra, de modo que el factor precio se ha situado en lugar preferente.

A todo ello debemos dar cumplida respuesta porque ahí esta la clave del éxito empresarial futuro. Estoy seguro de que los consumidores seguirán dándonos la razón.

(En noviembre de 1974 Javier Millán-Astray estaba estudiando la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad Complutense de Madrid)