Aurelio del Pino, director general de ACES

Rostro vivo, distendido, detrás de su permanente sonrisa se esconde algo más que afabilidad y discreción, primera impresión que produce Aurelio del Pino, un madrileño al frente de la Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados (ACES). Consenso y libertad de mercado son sus principales metas. ACES le recibió hace poco más de un año con ilusiones renovadas. Aurelio del Pino, su director general desde mayo de 2007, llegó con la lección aprendida de cual era su principal reto, el convenio colectivo del sector. También con el objetivo de relanzar la “primera y más representativa asociación de los supermercados en España”.

Para él, la primera. Aunque sabe que no es la más grande. Ni tampoco es la única. Conoce bien, no obstante, que su representatividad es importante. Buen número de retailers líderes integran sus negocios de supermercados en ACES desde que se creara en 2002 con la vocación de “coordinar, representar, fomentar y defender los intereses comunes de las empresas de distribución con presencia en el formato de supermercados”. Líderes como El Corte Inglés, a través de Supercor; Carrefour (con Carrefour Expres); Dia (Dia, Maxi Dia y Dia Market); el Grupo Eroski (Eroski City, Eroski Center, Caprabo, Familia y Aliprox) y Auchan (Sabeco, Simply Market, Aro Rojo y 7D). Y ahora también Lidl y sus 450 establecimientos, sus seis plataformas logísticas y sus 9.000 empleados, la última en apuntarse al diálogo. Un paso importante para ACES y su director general para “lograr a medio plazo la firma de un convenio colectivo sectorial”. Dificultad añadida con dos patronales, poderosas pero antagónicas, insuficientes ambas en número sin aunar fuerzas.

En ello está. Con su trayectoria como aval. Más cerca, en edad, de los cuarenta que de los cincuenta, Aurelio del Pino estudió en el Liceo Francés, se licenció en leyes en la Universidad Complutense. Trabajó un corto espacio de tiempo en la empresa privada, en consultoría y en el sector del aceite, antes de superar las oposiciones, aún no iniciada la treintena, a la Administración Civil del Estado. Desde entonces, y hasta hacerse cargo de ACES, la función pública ha ocupado su actividad. De su primer despacho, en Trabajo, a la sede de Administraciones Públicas con distintas responsabilidades sucesivas, ocupado en la planificación económica, incluida la financiación de las Comunidades Autónomas o de las Tecnologías de la Información y Servicios. La secretaría general técnica del ministerio de economía le reservaría, a principios ya de este milenio, la definida por el como “complicada” tarea de la transición al euro.

Nadie le puede negar un excelente conocimiento del sector. Su problemática y su marco normativo. Hasta su llegada a la patronal de supermercados, desde 2001 y como subdirector general de Comercio Interior del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, ha aportado su experiencia en conferencias y foros, ha difundido sus informes y estudios en diversos escritos en publicaciones sectoriales. Su formación en leyes le permite desgranar la multiplicidad normativa de las distintas comunidades convencido de que hay que trabajar por unas reglas estables y en el marco de la competencia. “Sin los trámites y costes administrativos derivados de la lógica política”, dice, “sino de la lógica económica, la lógica del mercado”. Unos costes que considera como demasiado elevados para las empresas de distribución, que responden a razonamientos de carácter político o administrativo “contrarios a los principios de libertad de establecimiento” que se recogen en los tratados de la UE y en la directiva de servicios sobre prácticas comerciales desleales.

La normativa marco, que el gobierno prevé incorporar en breve al derecho español, considera que va a ser “clave”, para el desarrollo futuro del sector. Por ello, pide a los políticos aprovechar para eliminar de la legislación todas las exigencias “que no estén justificadas”. O, lo que es lo mismo, “racionalizar los procesos para la concesión de las licencias de apertura y otras autorizaciones administrativas”.

Aunque no prevé grandes cambios en la concesión de licencias, se muestra optimista. “La directiva obligará a las comunidades autónomas a mantener una coherencia interna en su política comercial”. Para él, la regulación solo debe tener un objetivo. Facilitar la apertura y la competencia en los mercados, como única vía para que las condiciones de la oferta sean las mejores para el consumidor.  “No deben ser las administraciones, sino los consumidores con sus decisiones de compra, los que decidan qué modelo comercial prefieren”.

Aurelio del Pino trabaja por el consenso. Tiende su mano a la industria agroalimentaria, “nuestra aliada, no nuestra enemiga”, a la administración, al resto del sector. En un momento delicado, de cambio de ciclo económico, “en el que los consumidores reajustan sus decisiones de gasto y reordenan sus criterios de compra”. Un hecho que si bien considera que afecta en mayor medida a otros formatos comerciales “supone un importante desafío para las cadenas de supermercados”.

Aficionado a la lectura, al cine y a las artes plásticas, dedica a la pintura el escaso tiempo que le dejan libre su trabajo y sus tres hijos, su gran pasión. Pinta y pinta bien, tiene premios, celosamente guardados. Su premio mayor sería conseguir el consensus omnium para el sector. A juzgar por lo realizado en ACES en solo un año, tesón le sobra. Y confianza, como Darwin, a quién gusta citar, en aquellos que son capaces de responder mejor a los cambios. Esperen y vean.

SU OPINIÓN SOBRE CUESTIONES CLAVE
EL SECTOR

El cambio de ciclo económico afecta menos a supermercados que al resto de los formatos comerciales. Pero las nuevas circunstancias suponen un desafío muy importante para las cadenas. Es un momento en el que, los consumidores reajustan decisiones de gasto y reordenan el peso relativo de sus criterios de compra.

La competencia en distribución comercial es muy intensa, tanto dentro del formato supermercado como con otros formatos. Esta rivalidad lleva a las empresas a mejorar la eficiencia de la cadena en todas su variables.

Las cadenas de supermercados apuestan por contribuir a amortiguar los efectos del cambio de ciclo económico con una mejor oferta al consumidor. Los índices de ventas del comercio permiten comprobar cómo las ventas de alimentación se resienten menos especialmente en las cadenas nacionales, que siguen siendo además generadoras de empleo.

En momentos complicados como el actual se tiene que favorecer el mantenimiento del consumo y apostar por una mayor apertura de los mercados facilitar la actividad comercial y reducir los costes administrativos de las empresas.

LOS PRECIOS

La actividad comercial, como último eslabón de la cadena, acusa el crecimiento de los costes exógenos. Las mejoras en la eficiencia de los procesos empresariales de distribución y la fuerte competencia entre enseñas y formatos amortigua las consecuencias de estas subidas en los precios finales de venta al público. Hay, además, otro factor adicional de competencia y es el que se produce dentro del propio lineal.

El consumidor suele conocer bien los precios y el resto de los servicios de los distintos operadores y sobre esta base toma sus decisiones de compra.

LOS MÁRGENES

Es un error trasladarle al consumidor que el precio que paga por los productos no se corresponde con su valor.

La información al consumidor sobre la diferencia de precios de origen y destino, sin analizar qué es lo que sucede a lo largo de la cadena, traslada una falsa imagen sobre el valor y el precio de los productos. Los agentes que esgrimen este argumento contribuyen a desprestigiar el valor del producto fresco.

La solución de los problemas de la producción agraria y pesquera no pasa por tratar de encontrar culpables en los restantes eslabones de la cadena. Hay que profundizar en el conocimiento de la cadena de valor. El mercado expulsa a los intermediarios que no aportan valor.

En ACES consideramos que la distribución organizada es el mejor aliado del sector primario para ayudarle a realizar las transformaciones y afrontar los retos estratégicos que exigen los nuevos tiempos. La rentabilidad económica del sector agroalimetario pasa por ganar en orientación al mercado.