Mucha tela que cortar, pero fuera
La moda femenina tiene en las franquicias un canal que resulta recurso infalible para casi cualquier momento en que se encuentre el mercado, pero cuando en casa las cosas se ponen feas, también se debe mirar sin miedo hacia fuera.
Así lo han entendido buena parte de las más de 30 grandes enseñas que operan desde nuestro país, a tenor del esfuerzo que están realizando para posicionarse en los mercados internacionales. No es nuevo que el reconocido impulso de grupo Inditex más allá de nuestras fronteras ha supuesto un crecimiento de su facturación y el necesario beneficio para, de alguna manera, no aflojar el paso en momentos tan delicados como los que está viviendo el sector de la distribución en general. Pero no es el único ejemplo, ya que la solución “franquicia” se ha mostrado como un recurso positivo para otros modelos de negocio, tanto en los servicios como en la restauración y de forma especial en esta última. Y así lo han visto compañías como nuestro gran gigante del retail, El Corte Inglés, que sin quitar un ojo de su tradicional negocio dentro del mercado nacional, con los grandes almacenes e hipermercados, en los que también integra franquicias, ha sabido dirigirse a los mercados internacionales en busca de esa expansión necesaria para todo crecimiento positivo. Así, Sfera comenzó a salir de viaje con más ímpetu que su marca progenitora y acertó, con su presencia en los mercados portugués, griego y mejicano, de momento, porque nos se quedará ahí y buscará crecer a buen ritmo fuera de nuestro mercado, donde le espera mucha tela que cortar y seguro que muchas alegrías.
Como no todo es la moda y el textil, seguimos ofreciendo la mejor información en alimentación y bebidas, centrándonos en este número que tiene en sus manos en un informe sobre el sector de las bebidas, profundizando en sus diversas categorías de producto y la situación actual de cada una de ellas. Todo ello en un momento en el que vuelve la polémica sobre la utilización de envases de vidrio retornables en lugar de plástico reutilizable. Y no es cuestión baladí, ya que implica logística, educación ciudadana y al fin y al cabo costes que repercutir al maltratado consumidor. Veremos en qué queda todo esto.
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